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El hombre que marcó un camino

El hombre que marcó un camino

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Publicado el 07-07-2025

La historia de Eduardo Dusso y Graciela Giovacchini: El nacimiento de Agrupación Duna.

 

Los Cimientos de un Pionero

La historia de Eduardo Ramón Dusso comienza el 21 de diciembre de 1952 en Arroyo Seco, pero su carácter se forja en el pueblo de Fighiera. Desde niño, su creatividad e ingenio eran notables, creando cosas que superaban con creces su edad. La necesidad lo empujó a la adultez antes de tiempo: a los ocho años, ya trabajaba en una fábrica de escobillones de un tío para ayudar a llevar un plato de comida a la mesa familiar. Las mismas zapatillas gastadas que usaba para ir a la escuela eran las que lo acompañaban en el trabajo y en los cumpleaños de sus amigos, un símbolo temprano de su humildad y perseverancia.

Tras formarse en la escuela primaria de Fighiera y en el secundario comercial de Arroyo Seco, su curiosidad lo llevó a trazar su propia ruta: la cerámica local, una fábrica de heladeras y freezers llamada Bilber, y trabajos como electricista. Fue en Bilber donde encontró la senda de su verdadera vocación. Siempre atraído por la refrigeración, la fábrica lo invitó a participar en la instalación del primer supermercado Jumbo en Buenos Aires. Allí, un joven Eduardo, con su intuición y talento innato, marcó una nueva forma de hacer las cosas, resolviendo problemas complejos que incluso los ingenieros no podían descifrar.

 

Abriendo Nuevas Rutas

Junto a Graciela Maria Giovacchini, su gran pilar y compañera, Eduardo echó raíces en Pueblo Esther, aunque su espíritu inquieto lo llevó a buscar desafíos en la cooperativa eléctrica local (CLESAPE). Allí no tardó en hacerse notar. Era el rebelde innovador, el solucionador de problemas al que todos acudían cuando los ingenieros se daban por vencidos. Pero esa misma capacidad para ver más allá chocaba con las estructuras rígidas que no le permitían crecer. Lejos de conformarse, esa frustración se transformó en el motor de su independencia. Con la confianza de Graciela a su lado, estudió, se perfeccionó en refrigeración por su cuenta y abrió su propio taller, demostrando que su visión necesitaba un camino propio para florecer, un camino que construía día a día junto a su familia.

 

El Inicio del Camino: Agrupación Duna

El momento clave llegó en una cena familiar en el año 2003. Junto a su cuñado Gerardo Alberto Navarro, surgió la idea que definiría su legado: abrir una casa de repuestos de refrigeración. El 16 de marzo de ese mismo año, el sueño se puso en marcha. A nombre de su hijo Luciano, se inscribieron en AFIP y abrieron "Agrupación Duna" en un modesto local en la calle Ayacucho 5191, en Rosario.

Los inicios fueron extremadamente duros. Pronto se incorporó Mariano, el otro hijo, y juntos, dos jóvenes criados en Pueblo Esther, siguieron las huellas de su padre. Los recuerdos de esa época son un testimonio de su sacrificio: el almuerzo que su madre Graciela les preparaba lo calentaban en un "sol de noche", una imagen poderosa de su humilde comienzo.

Fue la visión de Mariano, inspirada en el espíritu de su padre, la que provocó el gran salto. Propuso mudarse a la Avenida del Rosario 312, una decisión que siguió el instinto de crecimiento que Eduardo había marcado y que, de la noche a la mañana, multiplicó las ventas por cuatro. Curiosamente, Eduardo, mientras seguía trabajando como técnico, se convirtió en el principal cliente de su propio negocio, enseñando con el ejemplo el camino de la integridad y el compromiso.

 

Un Legado que Sigue Avanzando

En 2006, Eduardo volvió a mostrarles la dirección. Los impulsó a asistir a la feria internacional de refrigeración en Brasil. Con recursos limitados pero una voluntad inmensa, siguieron su consejo y lograron llegar. Desde ese día, el camino internacional que él señaló se ha recorrido de manera ininterrumpida.

Hoy, con casi 73 años, Eduardo sigue soñando, luchando y pensando en cómo mejorar la vida de sus hijos, su nieta y todo el personal de la empresa. Su pasión sigue intacta, y todavía dedica tiempo a dar clases de refrigeración, compartiendo el conocimiento del camino que él mismo recorrió.

Eduardo Dusso es el reflejo vivo de la frase de la Madre Teresa de Calcuta: "Cuando no puedas correr, camina. Cuando no puedas caminar, usa el bastón. Pero nunca te detengas". Esa filosofía de nunca detenerse es la que le permitió no solo avanzar, sino marcar un camino para todos los que vinieron detrás.

Las conquistas de Agrupación Duna son el resultado del esfuerzo de un equipo y una familia que aprendieron a seguir sus pasos. Porque Eduardo Ramón Dusso no solo construyó una empresa; fue el hombre que marcó el camino, y esa senda de esfuerzo, visión y perseverancia es el legado que hoy impulsa a toda la organización a seguir siempre adelante.

 

 

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